Un intento de «autosuficiencia»
- La Buena Mesa
- 17 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Una de las razones por las que me gusta la cocina es porque me agrada la idea de poder hacer cosas por mí misma. Siempre me ha gustado la gente que da regalos hechos por ellos mismos, los que fabrican los muebles de su casa o aquellos que arreglan lo dañado sin ayuda de otros. Hoy en día siempre encontramos a alguien que sabe hacer lo que nosotros no y todo lo tenemos a la mano en los supermercados: cada vez nos volvemos más inútiles y no sabemos hacer nada.
Esto también se ve en la cocina. No hay cosa más cómoda para los días de afán o para quién no sabe o no le gusta cocinar, que los flanes en caja, las mezclas listas de tortas, los alimentos enlatados y todo lo empaquetado. Sin embargo, a medida que he ido leyendo sobre cocina, me he dado cuenta que todas estas rápidas soluciones, además de quitarle parte de la diversión a cocinar, también traen muchos aditivos cancerígenos –como la carragenina y el glutamatomonosódico–, así como grandes cantidades de aceites nocivos como el de palma o mucha azúcar añadida.
Un día, convencida que todo lo que me vendían en el mercado lo podía hacer yo, decidí reducir lo que más pudiera la compra de alimentos enlatados y en sobre. Mientras tanto, convertí mi cocina en un laboratorio de experimentación, la recetas en mis fórmulas y los ingredientes mis materiales... Y puedo decirles que es más fácil de lo que parece hacer sopas, salsas, tortas, mermeladas, galletas, etc. ¡Y saben mejor! (Después les mostraré ejemplos)
La receta que les traigo hoy es producto de mis ganas de ser autosuficiente, además de estar influenciada por la moda de la vida fit, que nos hace querer y necesitar ciertos alimentos que antes nadie ni sabía que existían, y que ahora abundan en el mercado. La característica fundamental de los productos “saludables” es que son lo más natural posible: sin conservantes, sin aditivos y orgánicos. Más que entrar a discutir sobre estas categorías, lo que debería suponer uno con ese regreso a lo natural también implicaría uno a lo casero.
Bajo ese supuesto fue que decidí a aventurarme a hacer mantequilla de maní casera. La primera vez que la hice fue todo un fracaso, porque es una receta que si requiere algo más que maní es paciencia. Pero no quise dejar ahí la posibilidad de hacerla, así que tiempo después la volví a intentar… ahora no pasa mes en que no la haga, variando cada vez con lo que la quiero complementar sea miel de abejas, de maple, semillas chia, canela o sólo con sal. Además, no hay nada más increíble que ver transformar pequeñas bolitas ¡En una masa esparcible!
Yo que fui fan, en mi infancia, de las mantequillas de maní del mercado, puedo decir que el sabor de estas no se compara, en parte por los ingredientes y químicos que les echan a las mantequillas comerciales. Y como si fuese poco, la versatilidad de este alimento como ingrediente es un salvavidas cuando se necesita reemplazar mantequilla de vaca o como complemento cuando se quieren variar los sabores en tortas, brownies o helados
En fin, espero que les guste tanto como a mí esta receta, pero también que la tomen como puerta de entrada al mundo de la autosuficiencia culinaria. Desde mi experiencia personal puedo afirmar que, así como la modernidad nos ha hecho más flojos para lo manual, también nos ha creado las tecnologías necesarias para facilitarnos hacer cosas desde la casa. No dejemos que el mundo hisprespecializado nos consuma del todo; aprovechemos nuestras manos de fabricar en lugar de comprar.
MANTEQUILLA DE MANÍ
Tiempo de horneado: 8-10min
Tiempo de preparación: 15min
Porciones: 16 cucharadas (16gr)
Ingredientes
250gr de maní natural
2 cucharaditas de sal
1 cucharada de miel (opcional)
Preparación:
En una bandeja de horno poner todo el maní y llevar al horno por 8-10min a 170° (no es necesario precalentar). Luego echar el maní, recién salido, al procesador o a la licuadora, junto con la sal, por 15min.
Los estados por los que la mezcla va a pasar son: primero se va a pulverizar, después se verá como masa compacta y, por último, va a tomar cuerpo y tendrá una consistencia espesa pero esparcible (en este paso pueden echar la miel).
Se debe estar pendiente en todo el proceso ya que el maní tiende a pegarse en las paredes del artefacto en el que se esté haciendo, por lo que hay que rasparle las paredes para que todos los pedazos lleguen a las cuchillas.
Al finalizar, envasar y dejar enfriar. Luego refrigerar.
Contenido nutricional: 91 kcal; carbohidratos: 3.4gr, grasas: 7.7gr, proteína: 3.8gr.
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