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Coronando los veinticuatro

  • Foto del escritor: La Buena Mesa
    La Buena Mesa
  • 23 mar 2020
  • 3 Min. de lectura

Hace una semana estuve de cumpleaños, estoy a un año del cuarto de siglo, y como siempre, mi mejor forma de celebrarlo es comiendo. Se podría decir que es una tradición en mi casa salir a un restaurante a celebrar el cumpleaños de cada uno, y en lo posible, vamos a algún sitio nuevo o a alguno que le guste mucho al homenajeado. En mi caso, casi siempre opto por probar un nuevo sitio. Este año, buscando opciones, me encontré con un restaurante que jamás había escuchado pero que estaba bien punteado en varias apps: Il Mercatino.



Este restaurante está ubicado en el corazón de Quinta Camacho, al lado de El Pantera. Su cocina ofrece platos inspirados en la comida del sur de Italia, por lo que está catalogado como comida mediterránea, no obstante, es más bien otra trattoria. Mi opinión general sobre este restaurante es que vende comida italiana casera, lo cual hace que no sea supremamente elaborada ni con sabores arriesgados, pero le deja a uno ganas de querer volver. La atención al cliente es maravillosa y es espacioso. La luz es bastante tenue, así que es un sitio bastante oscuro. Como recibimiento nos dieron unos recortes de foccacia con un picadillo de tomate y yerbabuena espectacular.

Los platos que ordenamos esa noche los pedimos a partir de las recomendaciones de Néstor, el mesero. A mi papá le recomendó el Brasato di manzo e risotto, un braseado de res cocido en el horno de leña, por 8 horas, en vino tinto, acompañado de risotto al parmegiano. Para mí, que soy poco buena comiendo carne de res, este plato me pareció excelente. La carne estaba súper blandita y de sabor estaba espectacular. El rissoto, en cambio, le faltaba algo de fuerza, algo de condimento, pero también estuvo bueno.


A mi hermana, que está entrando en el vegetarianismo, le sugirió pedir el Ravioli Gorgonzola e Noci . Este plato es ideal para quienes les gusta la mezcla entre queso azul y lo dulzón de las nueces y la salvia. Son ravioli estaban hechos de pasta al huevo, rellenos de ricotta, queso azul y nueces, servidos en salsa de mantequilla y salvia. Buenísimos. A mí me recomendó el plato insignia de la casa: Mezzaluna Al Salmone. Eran medialunas de pasta al huevo, rellenos de ricotta y salmón ahumado en salsa al vodka. Me los devoré.



El plato de mi mamá, para serles franca, olvidé su nombre. Pero era panza de cerdo cocinada a la parrilla, en un puré de garbanzos, acompañado de ensalada de mix de lechugas y tomates romanos. Una delicia también. De bebidas, mis papás pidieron una copa de vino de la casa, bastante bueno aunque la copa muy costosa; mi hermana y yo, muy zanahorias, tomamos limonada de yerbabuena y de albahaca, respectivamente.



De postre pedimos el Tiramisú, recomendación de Néstor y capricho mío, y la Pannacotta al pistacchio, porque somos catadores profesionales de este postre. El Tiramisú suele ser una opción poco popular en mi casa porque en muchos lugares sabe demasiado a licor, y la verdad si es que eso le quita la gracia a ese postre. En cambio, la versión de Il Mercatino estaba para comerse tres de una sola sentada. La consistencia era súper cremosa y era poco hostigante, casi parecía sin dulce. Mi mamá, que odia ese postre, le fascinó. Ahora, la Panacotta nos decepcionó un poco, aunque de consistencia y de dulce estaba bien, no sabía nada a pistacho, entonces estaba algo desabrida. Mejor, pidan el Tiramisú allá.


Fui bastante feliz de comenzar con buena comida mis veinticuatro. Y aunque en estos tiempos de cuarentena me será difícil probar los demás platos, he visto que muchos comensales recomiendan su pizza en horno de leña. Sin duda, será uno de los sitios que visitaré cuando podamos volver a salir a la calle. Se los recomiendo cuando quieran un restaurante tranquilo para llevar a alguien especial.


Costo promedio: 60,000

(Plato fuerte, bebida y postre)

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