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A falta de postre, otro plato.

  • Foto del escritor: La Buena Mesa
    La Buena Mesa
  • 20 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

El martes pasado visitamos con dos amigos a Mesa Franca, y aunque no era la primera vez que íbamos, para nuestra sorpresa el restaurante renovó su carta para este año, así que nos emocionó probar nuevos sabores. La apuesta de este restaurante por tener una cocina de autor -arriesgada- con ingredientes colombianos es de lo más valioso que tiene este sitio, y creo que es lo que hace que los platos que ofrecen sean únicos y novedosos.


La velada de esa noche comenzó a las 5:45pm, hora en la que había reservado, pero ese día aprendimos que antes de las 6:30pm el restaurante tiene la cocina cerrada y sólo funciona como bar. Así que comenzamos con bebidas, muy zanahorias: Nesti tomó Agua de Panela con tamarindo que tenía una mezcla balanceada de ácido y dulce; Susana pidió un Raspado de frutos rojos -espectacular- hecho con el hielo picado y una mermelada de frutos rojos que daban una textura increíble en la boca; y yo un Extracto de sandía, pepino y jengibre súper refrescante, y las acompañamos con buñuelos de yuca rellenos de queso gouda que vienen con una salsa de panela.



Cuando fueron ya las 6:20pm pedimos el resto de los platos. Pedimos las Empanadas de brazo de cerdo con fríjoles, que a mí me parecen deliciosas, pero a Susana y Néstor no les mataron mucho. Seguimos con el Crudo de Tierra, una combinación de bifé de paleta, crema de alcachofa, cebollín y chips de camote. Este plato se los recomiendo como primer o segundo servicio, al ser un plato frío que -de cierta forma- prepara el paladar para los demás platos por la sencillez que supone.



Inicialmente, habíamos pensado pedir el spaguetti achiotado como nuestro tercer plato, pero nos recomendaron que el especial del día era un Fettucini de setas y prosciutto, así que lo pedimos... Y qué bien que nos lo recomendaron porque estaba ESPECTACULAR. Ojalá lo incluyeran en la carta porque nos encantó. El factor sorpresa de este plato eran unas bolitas crocantes, que no preguntamos qué eran, y que le daban al plato el complemento ideal a la mezcla de sabores presentada. Por su parte, la Panza de cerdo es un must de ese restaurante, viene junto con un puré de maní y pera, acompañado de ensalada de rúgula y pan de masa madre. Increíble.



Para ese momento, se nos acabaron las bebidas, Susana y Néstor pidieron la Gaseosa de gulupa y vainilla, y yo el Raspado -de verdad me encantó-. Estábamos decidiendo si pedíamos postre, pero preferimos seguir alimentando nuestro paladar salado y pedir un último plato: Tortelli de conejo. ¡Una delicia de plato! La pasta viene acompañada de cuajada y una salsa de cebolla larga que da para querer lamer todo el plato. Fue mejor que cualquier plato que pudimos haber pedido. Los tres concluimos que fue el mejor plato, seguido por el fetuccini y la panza.

No les mentiré, cuando ví que el encocado lo habían quitado de la carta casi me muero, pero sin duda tienen nuevos platos interesantes que se harán querer un montón. Sin duda alguna les recomiendo visitar este restaurante, no sólo por los sabores que maneja y las presentaciones de los platos, sino que hasta el servicio y el ambiente son muy buenos. Van a ver que una vez que lo visiten van a querer volver.



Precio promedio: 70,000

Incluye entrada, plato fuerte y bebida no alcohólica.



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